miércoles, 28 de octubre de 2015

Cultura

Cuando los españoles llegaron a la región de Sinaloa, encontraron diversos grupos indígenas: los totorames, los cahitas, los tahues, los xiximes, los acaxees, los achires, los pacaxes, los tebacas y los tamazulas o guasaves. A estos grupos humanos se les conoce como culturas prehispánicas, porque fueron hombres, mujeres y niños, que llegaron y
 habitaron estas tierras primero que los españoles. Estas culturas sobrevivían de la caza, pesca y recolección de frutos. De ahí que su presencia queda manifestada en los innumerables vestigios que nos dejan sus más fieles testimonios grabados en piedra, "petroglifos". Cahitas Los cahitas ocupaban el área de municipios de Ahome, El Fuerte, Guasave, Sinaloa y parte de Choix. Su cultura estaba menos desarrollada que la de los tahues y totorames. La lengua que utilizaban era Yuto-Azteca Los cahitas eran seminómadas, es decir, carecían de asentamientos definitivos y se desplazaban periódicamente dentro de un amplio territorio que reconocían como propio y que defendían enérgicamente si eran invadidos por grupos vecinos. Los cahitas practicaban el hilado y tejido de algodón, que crecía silvestre en su región; tejían mantas que usaban como vestido, aunque lo más común era la desnudez en los hombres y el uso de faldas en las mujeres, confeccionadas de algodón o de gamuza, pues también curtían las pieles. Las familias vivían en chozas de varas, lodo y palma como la de los tahues,. Como en Mesoamérica, las siembras de los cahitas fueron: maíz, calabaza y chile. Los demás productos necesarios para la subsistencia los obtenían de la recolección, la caza y la pesca. Fabricaban objetos de cerámica burda y tosca, en comparación con la alfarería de los tahues. Los cahitas creían en un ser superior y personalizaban las fuerzas naturales: el viento, la tierra, el agua, el rayo o el mar, a las que ofrecían dones para pedir buenas cosechas, pesca abundante o una copiosa recolección de frutos de la tierra, no construyeron centros ceremoniales ni utilizaron formas complicadas de culto religioso. Eran alfareros y fabricaban vasijas de barro que utilizaban para en el uso doméstico. Su juego principal fue el juego de la muerte (juego del Ulama) que era jugado con la cadera, los ganadores eran sacrificados en un ritual. Totorames Los totorames eran sedentarios. Sus principales asentamientos estaban en Aztatlán, Sentispac y Chametla, este último sobre el Río Baluarte y los dos primeros en territorio nayarita. Los totorames eran agricultores y cultivaban maíz, frijol, calabaza, chile y algodón. Consumían productos del mar como camarón, ostión y pescados; recolectaban sal de los depósitos naturales para su propio consumo y para el comercio con otros grupos. Cosechaban miel de colmenas silvestres y también las cultivaban. Elaboraban objetos de cerámica, tejían el algodón, labraban la concha y trabajaban el cuero de venado. Fueron diestros artesanos que fabricaban adornos de plumas, concha, perlas y caracoles. Los totorames no eran agresivos, aunque tenían que defenderse de los xiximes de la sierra, que eran muy belicosos; conocieron el arco y la flecha, la macana, la rodela y el dardo arrojadizo. Construyeron sus caseríos al descubierto, donde podían precaverse de las inundaciones, pero estaban muy expuestos a los ataques de grupos enemigos. No conocieron la vida urbana como la de los indios del altiplano, y sus poblados eran conglomerados de chozas dispersas en amplios espacios. Tampoco tuvieron formas avanzadas de organización política, aunque reconocían cierta preeminencia en algunos caciques. De sus creencias y prácticas religiosas casi nada se sabe. Tahues Desde el punto de vista cultural, eran muy semejantes a sus vecinos totorames, pero en algunos aspectos los superaron. Los tahues vivían agrupados en aldeas cercanas a sus campos de cultivo, y es posible que tuvieran cierta organización interna porque algunos testimonios de los españoles indican que había pueblos divididos en barrios. El principal de estos poblados fue Culiacán, que se encontraba en un sitio ubicado al poniente de donde hoy se asienta la capital de nuestro estado. Estos indígenas construían sus casas con varas trenzadas recubiertas de lodo y techos de palma, muy adecuadas al riguroso calor de su tierra y quizá parecidas a las casas rústicas (chinames Entre los tahues había una diferenciación de estratos sociales y organización política. el cacique dominaba sobre un buen número de aldeas y concentraba el poder político y económico. También hubo caudillos militares aunque. Sus armas eran el arco, la flecha con punta endurecida al fuego, el dardo arrojadizo con punta de obsidiana, la macana con navajas de obsidiana y el escudo de piel de lagarto. Los tahues eran agricultores; cultivaron maíz, frijol, calabaza, chile, algodón, guayaba y ciruela; recolectaban frutos silvestres como la tuna, la pitahaya y la péchita (semilla de mezquite). Pescaban en los ríos y en el mar donde obtenían gran variedad de pescados y mariscos que constituían una parte importante de su alimentación. Recolectaban sal de los numerosos depósitos naturales que se forman en el litoral. Los tahues hilaban y tejían el algodón con vivos colores obtenidos de plantas silvestres, como el índigo que abunda en la región. Estos indígenas se caracterizaron por ser diestros alfareros que producían piezas de cerámica bellamente decoradas y de gran resistencia para el uso doméstico. Acaxees y Xiximes En los puntos más altos de la Sierra Madre Occidental, al oriente de la región ocupada por tahues y totorames, habitaron los acaxees y xiximes, en un territorio que los españoles llamaron la Sierra de Topia ocuparon la región serrana enmarcada dentro de lo que es el actual municipio de Sinaloa hasta el de Escuinapa. Ambos grupos tenían formas de vida muy similares e idiomas semejantes. Las semejanzas culturales no fueron obstáculo para que acaxees y xiximes fueran enemigos irreconciliables Acaxees y xiximes conocían la agricultura y cultivaban pequeñas parcelas donde el terreno lo permitía; sembraban maíz, frijol, calabaza y chile.. La fauna de la sierra era variada y copiosa; gustaban especialmente del guajolote silvestre, que abundaba en aquellas serranías. Confeccionaban sus vestidos con gamuzas y mantas de ixtle bellamente decoradas. Hombres y mujeres usaban el pelo largo, trenzado y adornado con piedras y plumas de colores. Estos indios construían sus casas con madera o con piedra y lodo, muy bien diseñadas para conservar el calor en los rigurosos inviernos que debían soportar. De sus ritos religiosos sabemos que se relacionaban con la siembra, la cacería, la pesca y la guerra. Lo que más impresionó a los cronistas españoles fue que celebraban las victorias militares con una embriaguez colectiva y un banquete en que comían la carne de los vencidos y luego descarnaban los cráneos para decorar sus casas. Asimismo, practicaban el juego de pelota en el que competían diversas comunidades.

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